Emelina Morillo

Emelina Morillo

sábado, 14 de abril de 2007

El General Ramón Guillén Dávila (III)

El general Ramón Guillén Dávila ex jefe antidrogas de la GN (III).


Si bien está claro el elemento político en la jugada que congela el acuerdo Conacuid-DEA y que visto bajo la lógica "revolucionaria" resulta coherente con el discurso antiyanqui, el empeño puesto por la Guardia Nacional en lograr ese objetivo no puede deslindarse de un tufillo a sabrosa revancha.
Y no sólo referida a ciertas acusaciones recientes en las que se menciona la existencia de un supuesto cartel de oficiales venezolanos involucrados en el negocio ilícito, el del Sol o de los Soles, sino por una vieja cuenta pendiente que se remonta a los años 90.

Esa historia fue desmenuzada por el periodista Manuel Malaver en su libro La DEA contra la Guardia Nacional de Venezuela (Gama Editores, 1999) un extenso texto elaborado tras cinco años de investigaciones sobre el caso que dejó un juicio pendiente en Estados Unidos contra el entonces jefe antidrogas de la GN, general Ramón Guillén Dávila (a quien también se le dictó auto de detención en Caracas) y la condena a 20 años de prisión para su mano derecha y agente infiltrado en el mundo del narcotráfico, el colombo-venezolano Adolfo Romero Gómez.

En total, explica el libro, ambos fueron acusados de haber introducido 22 toneladas de cocaína en Estados Unidos a través de operaciones policiales clandestinas y entregas encubiertas disfrazadas en medio de un clima en el que todos los cuerpos policiales actuaban a espaldas del otro: tanto los criollos como la CIA y la DEA.

El fracaso de una enorme operación de entregas controladas (no vigiladas) llamada Cálico y la intervención de la DEA en el desmontaje de la llamada Operación Norte en diciembre de 1990, hicieron explotar la bomba: según el general Guillén Dávila, Cálico había fracasado porque el Cartel de Cali tenía infiltrado al equipo de la DEA en el aeropuerto de Miami. Pero, según el importante agente de la DEA James Kibble, el general venezolano y sus colaboradores trabajaban para los narcos caleños amparados en el uniforme.

El 20 de noviembre de 1996 un juzgado de Florida dictó una requisitoria contra Guillén por conspiración, posesión y distribución de drogas.

¿Qué tiene que ver con esto el jefe del Comando Antidrogas de la GN, general Frank Morgado?

Si bien es cierto que no figura para nada en el detallado recuento del caso hecho por Malaver, fuentes de pasaporte gringo apuntan que en aquellos días Morgado estuvo también bajo sospecha por pertenecer a la unidad comandada por Guillén Dávila.

Y deslizan, sin detalles que lo confirmen, que el oficial habría intentado detener a un agente de la DEA en 1991. También advierten que, ciertamente, nada reveló la investigación que hicieran en ese entonces sobre las actividades de Morgado.

Un uniformado ya retirado de esa sección antidrogas de la GN aclaró a El Universal que si bien Morgado salió libre de polvo y paja en esta historia, quizás la sombra arrojada en su hoja de vida incidió para retrasar un poco alguna promoción de rango en una carrera hecha dentro de esa especialidad. Pero esto tampoco es comprobable. Y advirtió que todo el problema con Guillén Dávila fue producto del desorden interno, las rivalidades entre los cuerpos policiales y una acción malintencionada de la DEA. Duda, además, que Morgado haya estado involucrado en algo turbio. Pero parece que en la DEA de ahora piensan otra cosa.

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