Emelina Morillo

Emelina Morillo

martes, 10 de abril de 2007

Vergûenza Ajena. Por William Rodríguez Gamboa.



Vergüenza ajena

William J. Rodríguez Gamboa


DESDE PUERTO LA CRUZ.- Lo menos que uno espera de los revolucionarios es que demuestren dignidad, que su acción sea realmente transformadora, que su práctica se deslinde radicalmente de las cosas sin sentido que tanto cuestionamos y contra las que luchamos en el pasado, que su gestión en cualquier cargo público marque una diferencia, una ruptura con las despreciables prácticas de la corrupción y el clientelismo, que su esfuerzo esté orientado a empoderar y organizar al soberano en diversas instancias de dirección y planificación para la toma del poder político, económico y social, y que lo de participativo y protagónico no sea sólo enunciativo sino seriamente respetado y puesto en práctica militantemente.La terrible realidad nos dice que muy pocos se comportan diferente a los de la cuarta, y algunos son peores; la forma tan cínica como amplifican mañas, realmente despreciables, desdice mucho no de sus convicciones revolucionarias porque creo que sencillamente no las tienen, sino de sus valores humanos, de un mínimo de decencia, de vergüenza y por supuesto, del tan escaso sentido común, que es el menos común de los sentidos.Cuando veo a nuestros ancianos tener que hacer colas para recibir un cheque de algún tipo de ayuda, siento sinceramente pena. Pero cuando veo el abuso en el uso publicitario de esa ayuda siento vergüenza ajena, lo que debería ser un acto de justicia social se convierte en una práctica despreciable de egocentrismo y de derroche desmesurado; peor aún, al ver a los pobres enfermos que hasta en camillas deben acudir para el humillante espectáculo. Pero la pena y la vergüenza ajena se transforman en rabia cuando pienso en el multimillonario gasto de encadenar a más de ochenta emisoras de radio y a todos los canales de televisión regionales para presentar este triste espectáculo, cargado de episodios grotescos de auto ensalzamiento del ego y de auto aplausos. El día que algún diputado sensato del Parlamento Regional publique lo que nos cuesta a los anzoatiguenses estos mediocres programas y la cantidad de páginas pagadas en la prensa nacional, sabremos cuántas escuelas dejaron de repararse, cuántas ayudas dejaron de ser otorgadas, cuántos módulos dejaron de ser dotados, cuántas calles pudieron ser asfaltadas, cuántos indigentes pudieron ser rescatados y cuántos micro créditos dejaron de entregarse.Por si eso fuese poco, ahora tenemos que soportar la vergüenza de ver ante su desmesura que un periódico nacional lo llame Ganador del Premio Mecate de Oro. Además soportar que cambie el nombre del Polideportivo Luis Ramos, por Simón Bolívar. ¿Qué tiene que ver Bolívar con el Deporte? O la Avenida Intercomunal Andrés Bello por Jorge Rodríguez. Ante la brutal ineptitud de construir avenidas nuevas o estadios nuevos, con simplemente remozarlos se les quiere vender como nuevos. Te aseguro que los hijos de Jorge y los que tuvimos el honor de militar en la organización revolucionaria que el fundó, no te lo aplaudiremos porque sabemos que en el fondo simplemente se trata de lamer y de jalar. Por otra parte, increíblemente, uno encuentra a quienes afirman que Andrés Bello, el venezolano que más aportes hizo a la lengua castellana, contribuyó a acabar con la lengua indígena. Esos animales no saben que hay más de trescientos años de diferencia entre un hecho y otro.Por lo demás, este pueblo es sabio y sigue llamando a la avenida y al Polideportivo por sus nombres. http://www.eltiempo.com.ve/noticias/14deabrir@gmail.com

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